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Cómo comprender y diferenciar el trauma complejo

El trauma es una experiencia psicológica profunda que puede alterar el bienestar emocional y mental de una persona. Existen diferentes formas de trauma y cada una afecta de manera única a la identidad y la mente de quien lo sufre. Comprender el trauma complejo es esencial para reconocer los desafíos emocionales y psicológicos que pueden surgir a raíz de experiencias traumáticas prolongadas, por lo que diferenciarlo del trastorno de estrés postraumático (TEPT), que deriva de eventos traumáticos únicos, permite adaptar las intervenciones terapéuticas a las necesidades específicas de cada persona.


El trastorno de estrés postraumático (TEPT) es un trastorno psiquiátrico que puede desarrollarse después de una experiencia traumática como la exposición a violencia, abuso, terrorismo, desastres naturales o combate militar. Se caracteriza por síntomas como la reexperimentación del trauma (que pueden incluir recuerdos recurrentes del evento traumático, sueños perturbadores sobre este, flashbacks y reacciones físicas y emocionales intensas), la evitación de estímulos relacionados con el trauma (lugares, personas o actividades que recuerden a éste), la hipervigilancia (que puede desencadenar en dificultad para dormir, irritabilidad, dificultad para concentrarse y sobresaltos exagerados) y la respuesta emocional alterada (como sentimientos de culpa, vergüenza, miedo y desesperanza.).


Por otro lado, el trauma complejo resulta de la exposición a experiencias adversas y continuadas en el transcurso de la vida, en lugar de un evento único y aislado. A menudo, estas experiencias son interpersonales y pueden incluir abuso emocional, físico y sexual, negligencia, violencia doméstica y exposición a la violencia comunitaria. No es un diagnóstico en sí mismo, pero puede presentar síntomas similares al TEPT además de otros síntomas adicionales como la disociación (dificultades para conectarse con la realidad o para recordar fragmentos de la propia vida), problemas de identidad (confusión sobre quién es uno mismo, baja autoestima o una sensación constante de vacío), dificultades para regular las emociones (oscilaciones emocionales extremas, sentimientos persistentes de desesperanza o ira) y problemas en las relaciones interpersonales (dificultad para establecer relaciones saludables o patrones disfuncionales repetidos en las relaciones).


El trauma, tanto en su forma simple como compleja, afecta a la percepción que la persona tiene de sí misma. Las personas con TEPT suelen experimentar una ruptura temporal en su identidad y percepción del mundo, pero aquellas con trauma complejo enfrentan cambios más profundos y permanentes en su identidad. En el trauma complejo, el individuo puede desarrollar una autoimagen negativa debido a la exposición prolongada a experiencias invalidantes o de abuso, lo cual genera confusión sobre los propios límites, deseos y valores. También puede experimentarse una desconexión emocional, lo que lleva al distanciamiento de sí mismo y de los demás. Este impacto en la identidad también se refleja en los problemas para establecer relaciones interpersonales sanas, ya que el trauma afecta en la capacidad para confiar en los demás. La persona puede sentirse en estado de alerta constante y con miedo a volver a ser dañada, lo que dificulta la creación de vínculos de apoyo.



El trauma complejo, por su naturaleza prolongada y profunda, tiene un gran impacto en la identidad y el bienestar emocional de la persona, por lo que su recuperación suele conllevar un proceso más prolongado que la de otros tipos de trauma. Requiere de intervenciones terapéuticas especializadas que no sólo se centren en el alivio de los síntomas, sino que promuevan la reconstrucción de la identidad y la autoestima, la recuperación de la confianza en sí mismo y en los demás, y el abordaje de los mecanismos de afrontamiento desarrollados durante los años de exposición al trauma.


Es importante trabajar para integrar las partes fragmentadas del yo que quedaron separadas debido al trauma, así como ayudar a la persona a procesar sus emociones en tiempo real, fomentando la autoaceptación y la toma de control sobre su vida integrando el pasado en el presente. Durante todo el proceso terapéutico se promueve la autonomía del paciente, lo cual le ayudará a crear una autoimagen positiva y a crear un sentido de identidad propio y resiliente.


Una de las terapias más respaldadas para trabajar el trauma es el EMDR. Esta terapia es una de las más efectivas, especialmente cuando hablamos de trauma complejo, ya que ayuda a procesar los recuerdos traumáticos y facilita que el cerebro los integre de manera más adaptativa. A través de movimientos oculares o estímulos bilaterales, el paciente procesa el trauma de manera más profunda y desensibiliza las reacciones emocionales negativas asociadas a estos recuerdos. El objetivo es reducir la angustia emocional y las respuestas fisiológicas frente a los recuerdos traumáticos, integrar experiencias traumáticas en la narrativa de vida y fortalecer la resiliencia emocional dela persona.



En definitiva, comprender y tratar el trauma complejo es fundamental para el desarrollo integral del individuo, mejorando su autoestima y autoconcepto, su mundo emocional, sus relaciones interpersonales y su calidad de vida.


Si crees que necesitas ayuda, no dudes en ponerte en contacto con nosotras, estaremos encantadas de acompañarte para mejorar tu bienestar.

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